Yamas y niyamas, ¿qué son?

Los yamas y niyamas son la base para que vivas una vida libre y feliz, porque trabajan tu energía, emociones, pensamientos y acciones (karma) de manera que logres esa alineación y coherencia, y vivas tu propósito (dharma) con paz interior y armonía. Si no sabes de qué narices te hablo sigue leyendo porque hoy vienen curvas.
Los Yamas y Niyamas cambiaron mi vida. Tal cual. Estudiar estos diez conceptos en profundidad mejoró de manera incuestionable mi vida. Puso luz a muchas sombras, foco donde antes había dispersión y trajo consciencia a los pequeños y no tan pequeños actos que de manera absurda me robaban paz, día tras día, sin que me diese cuenta. Además, los lamas y niyamas proporcionan un contexto de acuerdo al que actuar desde un lugar de verdad, amabilidad y compasión, teniendo en cuenta la interconexión de todo y todos. Nos guste o no, nuestras acciones tienen una repercusión directa en los demás y, por descontado, en nuestro entorno inmediato.
¿De dónde vienen los Yamas y Niyamas?
Si tienes curiosidad por saber de dónde vienen estos conceptos, en los Upanishads, los Sutras de Patañjali y el Hatha Yoga Pradipika, que son los textos antiguos y sagrados de Mamá India puedes encontrarlos.
Te gustará saber que Patanjali es la persona que dejó por escritos los Yoga Sutras y Hatha Yoga Pradipika, los dos libros fundacionales de la disciplina del Yoga.
Este sabio vino a experimentar samadhi y a dejar sus aprendizajes y enseñanzas por escrito, acercando el conocimiento y la luz a sus discípulos. De hecho, los sutras de Patanjali han tenido una gran influencia y son todavía fuente de estudio para quienes buscan en el yoga esa luz y unión con el Universo. Aunque sutra signifique «aforismo», literalmente se traduce como hilo o enhebrar.
Los sutras son pequeños versos llenos de significado que se hilan entre sí para hablarnos de esta filosofía y desmenuzar, sílaba a sílaba, los ocho pasos que el practicante ha de seguir para recorrer el camino hacia la verdadera esencia del alma y alcanzar así la vida plena.
Los ocho pasos
- Yama: principios morales universales.
- Niyama: disciplinas individuales y actitudes hacia uno mismo.
- Asana: posturas y movimientos.
- Pranayama: gestión de la energía y respiración.
- Prathyahara: abstracción de los sentidos.
- Dharana: concentración.
- Dhyana: meditación.
- Samadhi: iluminación o plena conciencia.
Date un segundo tan solo y observa cómo los dos primeros pasos, los yamas y niyamas, son actitudes morales y éticas para contigo y con los demás. Esos son los puntos base de la filosofía, y de esa vida en plenitud y comunión con el Cosmos que Patanjali nos quería acercar.
Y sí, esos puntos son también de los que vamos a tratar con más profundidad en este artículo por ser la base para encaminarte a la vida que quieres.
Los Yamas y niyamas
Los yamas y niyamas, esos dos primeros puntos de los que nos hablaba Patanjali en sus ocho pasos, ofrecen el guion deacuerdo al que desarrollar un pensamiento y comportamiento éticos. ¿Con qué objeto? Ayudarnos a establecer nuestra relación con el mundo que nos rodea desde un lugar de armonía y equilibrio. Muestran cómo cultivar una atmósfera interior de paz y de respeto.
Cuando observas estas leyes y las trabajas, no solo mejoras tu vida, sino que generas un clima positivo, tanto contigo mismo como con familia, amigos y demás relaciones en general. Eso te quita ruidos internos y te ayuda a disfrutar de ser y estar en una alineación que hace del vivir una experiencia transformadora. Veamos en qué consisten los cinco Yamas y los cinco Niyamas:
Yama 1: Ahimsa
De estas cinco leyes universales, la primera es ahimsa y se traduce como «no hacer daño» o como «no violencia», además de peacefulness, «carácter pacífico o tranquilidad». Es decir, habla de respetar la vida en todas sus manifestaciones, incluida la aceptación y la tolerancia de todas las diferencias existentes: de religión, color de piel, aspecto, estatus, clase social o cualquier otra diferencia. Nos anima a crear una energía pacífica en nuestro interior y en los entornos en los que interactuamos y con los que nos interrelacionamos.
Yama 2: Satya
El segundo de los yamas se llama satya (en inglés, truthfulness) y nos invita a encontrar verdad y honestidad en pensamiento, palabra y acción. Pensar, decir y hacer la misma cosa, sin engaños, sin excusas y sin segundas intenciones. Esa alineación y coherencia es clave para poner orden interno y externo, eliminando así ruidos y oscuridad.
Yama 3: Asteya
Este yama es muy interesante, porque para entenderlo de veras hay que tener en cuenta todo lo mencionado anteriormente. Asteya significa «no robar», en todos los sentidos. Recuerda que India, ese mágico lugar de donde provienen las pinceladas de filosofía que estamos repasando juntos, ven al ser humano y al mundo en general de manera holística e integral, es decir, teniendo en cuenta todos los diferentes aspectos que lo forman.
Cuando hablamos de no robar, hablamos por supuesto de bienes físicos (acordémonos del karma y de las consecuencias de nuestras acciones), pero también de no robar tiempo, espacio, energía… Asteya nos invita a identificar nuestros límites y los del resto, para respetarlos y honrarlos.
Yama 4: Brahmacharya
Brahman es un término vedántico que designa la Realidad Suprema, el Creador, la Divinidad; Charya significa conducta o comportamiento. Brahmacharya, por tanto, es un yama que nos habla de aquel que camina por la senda de la divinidad.
Brahmacharya viene a recordarnos la importancia de utilizar bien toda la energía, ya sea sexual o no. Aprender a no malgastarla ni derrocharla para que esté disponible para nosotros, nuestra meta y nuestra felicidad. Nos invita al autocontrol, no en el sentido de reprimir, porque todo lo que se reprime vuelve luego con más intensidad, sino en el sentido de moderarse. Lo ideal es hacernos responsables del uso correcto de nuestra energía para que no nos sea arrebatada por la vorágine de la vida cotidiana, las emociones desmedidas, las acciones incontroladas; o nuestro propio inconsciente con el mando del piloto automático.
Yama 5: Aparigraha
Este es uno de mis favoritos y a la vez de los más complicados: está relacionado con los apegos. Y el desapego es ¡¡TAN DIFÍCIL!! Creamos apego a personas, animales y cosas; a lugares y rutinas, a ideas e ideales. A prácticamente T O D O.
Es agotador.
Patanjali nos propone la práctica del desapego para liberar dramas y sufrimiento. Soltar y dejar ir expectativas. Soltar y dejar ir bienes materiales que no necesitamos. Soltar y dejar ir relaciones o situaciones que no nos llenan al doscientos por cien. Por mucho que te guste el champagne, ¿cómo te lo va a servir la vida si tienes el vaso lleno de calimocho? Primero hay que hacer espacio. Confiar. Dejar ir el miedo y todo lo que no necesitas. Solo así puede llegar lo bueno, todo eso que sí.
Niyama 1: Saucha
Si no quieres meditar, no seré yo quien te obligue, por mucho que existan ya miles de estudios científicos que demuestran sus múltiples beneficios a todos los niveles: físico, energético, mental, emocional… Este niyama está tan relacionado con la meditación, que no he podido evitar mencionarlo.
Saucha invita a traer pureza, limpieza y claridad en todos los ámbitos: dieta, entorno, cuerpo físico, pensamientos, palabras, acciones… Da para mucho. Y, con cada uno de esos aspectos, busca la paz y claridad mental. Créeme: te será más sencillo mantenerte feliz y alineado.
Niyama 2: Santosha
Santosha, es el arte de la contentura y de apreciar lo bueno que vivimos, agradeciendo los dones, regalos y posibilidades de evolución y aprendizaje que nos brinda la existencia en cada una de sus fases.
Cada circunstancia, sea la que sea, es una oportunidad de crecimiento; y no solo físico o personal, sino de crecimiento del ser. De ser más tú, más real, más consciente, más pacífico, más agradecido, más genuino, más feliz. Dentro de ti hay una parte que ya lo es por estar vivo, por estar presente, por tener la grandísima fortuna de estar aquí y ahora. Muchas veces damos por hecho nuestros privilegios, nuestra fortuna y nuestras oportunidades.
Si delegamos la posibilidad de ser felices al hecho de cumplir un propósito, perdemos la oportunidad de ser dichosos mientras recorremos el camino. ¿Te acuerdas de cuando soñabas con estar donde estás hoy? ¿Eres capaz de imaginar cuánta gente sueña con estar donde tú te encuentras en este preciso momento?
Niyama 3: Tapas
¡Ay, qué importante es este niyama! Patanjali era de verdad un sabio que conocía al género humano en profundidad. Fue capaz de ver desde el principio que la disciplina y los hábitos son capitales para nuestra evolución.
Y es que, aun cuando todos los yamas y niyamas están relacionados, para sacarles ese jugo nutritivo hacen falta tres ingredientes de base: disciplina, constancia y perseverancia.
La disciplina es la base para crear hábitos positivos y saludables, que son los que nos llevan hacia el éxito en cualquier área. Practicando tapas, estamos dándonos la oportunidad de ir modificando las rutinas actuales hacia otras más saludables y alineadas con la persona que queremos llegar a ser.
Niyama 4: Svadhyaya
Para pasar del «soy así» al «ser mi yo auténtico» hace falta presencia, paciencia y compasión, pero, por encima de todo, ganas de entrar en contacto con ese yo genuino. De hecho, no se trata tanto de transformarte en algo nuevo, sino de deshacerte de las capas que no te permiten familiarizarte con él y expandir tu brillo. Tú ya eres brillante por naturaleza. Deja de creerte que no lo eres. Descúbrete de nuevo. Enamórate de ti con un amor que no termina nunca.
El sabio indio con el cuarto niyama nos invita a mantener los ojos abiertos al autoconocimiento y al saber en sí de manera constante. A revisar nuestros patrones de conducta, nuestras sombras y a mantener nuestro ego a raya. También a enviar más luz y más amor al interior. De esta manera, los ropajes del personaje van siendo más ligeros cada día y la esencia se vuelve más presente y poderosa. Observa lo sutil y lo no tan sutil que acontece dentro de ti, cuestionándote y mirando cómo te comportas en diversas situaciones. Estarás practicando svādhyāya.
Niyama 5: Ishvara pranidhana
Ishvara Pranidhana nos recuerda que hemos de aceptar nuestros límites dentro de la inmensidad del universo, que somos una gota de agua en un océano inmenso, un pequeño eslabón de una cadena infinita. En nuestra forma humana somos pequeñez y nuestra grandeza es aceptar lo que somos. No podemos hacer otra cosa que rendirnos a la realidad, un sometimiento que no implica resignación sino celebración.
La rendición no es una derrota, sino una victoria. Con Ishvara Pranidhana, Patanjali nos invita a dejar de lado el control. Confiar que lo que pasa es lo que tenía que pasar. Aceptar las vueltas de la vida de manera voluntaria. Cuando somos capaces de rendirnos y de tener fe en un poder superior (llámalo Dios, el Universo, Pachamama, o como prefieras) aceptamos que la vida no se encuentra tan solo en nuestras manos, que cualquier cosa que pase, aunque nos duela, está ahí para enseñarnos algo incluso cuando no coincide con lo que esperamos.
En esos momentos de rendición en los que fluimos con la vida en lugar de luchar contra ella, nos alejamos de esos otros ratos consumidos por la pequeñez y el desánimo. Nos permitimos observar asombrados y aprender mientras la vida se manifiesta sola. Es un cambio de perspectiva que nos acerca a la paz y al amor incondicional, comenzando por la gratitud y consciencia del regalo que es estar vivos.
El reto
El reto de estos diez preceptos morales y éticos no es otro que el de ayudarte a limpiar todo aquello que no te nutre, y dejar tu verdadero yo brillar con fuerza. A mí me transformaron y mejoraron, y de ahí que un día decidiese empezar a plasmar lo que aprendí con ellos en letras.
Te dejo la portada del libro inspirado por estos Yamas y Niyamas que ya está a la venta y un par de preguntas: