Sentimiento de culpa

Si eres de esas personas que no deja de darle vueltas a la mente cuando comete una equivocación, es momento de aprender a gestionar un poco mejor esos sentimientos de culpa.
Toda emoción (por muy desagradable que sea) cumple una función vital que ha ayudado al ser humano a sobrevivir como especie e, indirectamente, nos ha ayudado a ti y a mí a estar aquí hoy. Lo curioso es que hay emociones que son únicas del ser humano como son la culpa y la vergüenza.
El sentimiento de culpa cumple una función importante de regulación social ya que nos conecta con sensaciones desagradables (y por lo general) dolorosas para invitarnos a la reflexión interna y al cambio de conducta. ¿Por qué es esto? Veámoslo con calma.
El sentimiento de culpa
La emoción de la culpa surge cuando internamente sentimos haber roto alguna norma de conducta, ética o moral propia o inculcada por la sociedad. Es decir, está muy asociada a las creencias y los valores personales de cada uno.
Como emoción humana que es, la culpa y esa resultante sensación de culpabilidad, la experimentamos como emoción negativa porque nos hace sentirnos mal.
Etimológicamente conecta con la palabra «culpable»:
- Que tiene o se le imputa la culpa de una cosa.
- Que es responsable de un delito.
Cuando el tema de la culpa sale en las sesiones, suelo recordar lo siguiente: en un juicio se te puede condenar culpable, pero solo de un crimen específico, no como castigo infinito. Sin embargo la sensación culpabilidad o el sentimiento de culpa se expande por todo tu cuerpo, mente y vida cuando proviene de dentro.
«El malestar que nos provoca el sentimiento de culpa surge en gran medida del modo en que nos juzgamos»
¿Cuándo sentimos culpa?
Cuando rompemos o creemos haber roto normas, valores o significados personales de cualquier tipo: social, ético, religioso, sexual, existencial… Y puede surgir de dos formas:
- Culpa causa-efecto: es decir, hicimos algo que no era correcto y por ende nos sentimos mal. Ejemplo: le eres infiel a tu pareja, mientes a alguien o te saltas la dieta cuando estás tratando de bajar de peso.
- Culpa efecto-causa: no hicimos algo que creíamos que teníamos que hacer hecho y ahora nos sentimos culpables y mal. Ejemplo: Es el cumpleaños de tu mejor amiga y se te olvida llamarla, no preparas una presentación y termina siendo un desastre o te comprometiste a ir al gym o a echar una mano a tu vecina y no lo haces.
Quizá son obligaciones que tú misma te pones, quizá no es importante, real o para tanto, pero el sentimiento está ahí bien presente para evitar que vuelvas a hacerlo, sea lo que sea lo que hayas hecho (o no hecho).
Pregúntate: ¿Qué «debería» está implicado en este juicio y en esta situación? ¿qué pienso que «debería» estar haciendo sintiendo que me está generando esta sensación de culpabilidad?
¿De qué nos sirve tanto sentimiento de culpa?
El sentimiento de culpa ayuda a regularnos y a mantenernos como parte del clan, porque cuando la naturaleza desarrollo todos estos sistemas necesitábamos vivir aceptados por la tribu. Lee eso último de nuevo.
Aunque el sentimiento de culpa puede ayudarnos a día de hoy a hacernos mejores personas, también puede convertirse en una emoción carente de utilidad si aparece frente a hechos que no son objetivamente reprobables. Es decir, que ese sentimiento de culpa puede no ser adaptativo en absoluto y que te fustigues tanto quizá no te sirve para nada si al hacerlo no te estás ayudando a ser mejor y vivir mejor.
La culpa nos conecta con la tristeza, la vergüenza, la mañana conciencia, los remordimientos, la autocompasión… y genera una mezcla de emociones y sentimientos que te apagan más que impulsarte al cambio. Lo vimos hace poco: ¿prefieres ser reactiva o proactiva?
El sentimiento de culpa no sirve para nada si no agarramos nuestra responsabilidad.
Las normas y los culpables
Cada cultura, familia y grupo social establece los límites de un modo distinto y con diferente nivel de exigencia. La ventaja de las normas es que nos dicen lo que tenemos que hacer en cada situación y nos indica el comportamiento más adecuado —Usted bede hacer «esto» y no debe de hacer «aquello»—, lo que nos permite no tener que invertir energía de más en tomar decisiones.
Ay, lo que nos cuesta tomar decisiones.
Para nuestro cerebro es mucho más sencillo y requiere un menor gasto energético a hacer lo que se espera de nosotras. El cerebro es listo y sabe que si cumplimos estas normas de manera general, vamos a ser aceptados por el grupo y no tendremos motivos para sentirnos culpables.
El inconsciente quiere esto, la mente quiere ser eficiente y SOBREVIVIR: ser aceptado por el clan significa SUPERVIVENCIA.
De ahí viene que s no cumplo «las normas» que consciente o inconscientemente me han sido establecidas, puedo ser declarado «culpable» de un delito. Y una parte de nosotras quiere huir de eso a toda costa.
Lo malo de la historia
El conjunto de normas que establecen las sociedades, familias, relaciones, etc es uno de los mecanismos que tenemos para guiar nuestro comportamiento y evitar que se rebasen unos límites predefinidos.
Lo malo de las normas, es que pueden interponerse en nuestros deseos y cuando las incumplamos, será nuestra propia percepción de esas normas y el significado que le demos, lo que determinará nuestro sentimiento de culpa.
Es decir, tu sentimiento de culpa será mayor o menor en función de lo que tu crítica interna te diga sobre el tema.
Podríamos decir que el sentimiento de culpa actúa como una medida de control a través de mecanismos emocionales para que la persona actúe según las ya mencionadas «normas» desde la propia autocensura. El diálogo interno que mantengamos con nosotras mismas y las creencias que tengamos asociadas a lo «bueno» y lo «malo» tendrán un impacto brutal en nuestra gestión de la culpa y nuestra aceptación de esas normas.
Para desafiar el error del pensamiento de la «mala conducta» y poder soltar la culpa hay que pensar en la intención.
Es importante poner el foco en la intención de la que nació la acción, la conducta, el error, etc. Saber si hemos realizado una acción con una intención u otra pone luz también en si hoy «culpa» o responsabilidad que revisar. Del mismo modo, retar creencias o normas que no nos ayudan a ser mejores ni vivir mejor es POSITIVO. La culpabilidad va a llegar al plato, pero hay que saber que en esos momentos, ni es necesaria ni debemos ceder a ella.
7 claves para dejar atrás el sentimiento de culpa
Empecemos por lo fácil y veamos 7 claves para dejar de sentirte culpable tras una equivocación o en un proceso de cambio.
1. Acepta la naturaleza de tus emociones
Las emociones son naturales y necesarias. No hay emociones buenas o malas, sino más bien emociones agradables o desagradables. Todas aprendimos a lidiar con unas emociones mejor que otras, lo que hará que en la vida adulta rechacemos .
La culpa tiene su función (tal y como hemos visto un poquito más arriba) y entender que no es raro ni anormal conectar con esta emoción puede ayudarte a soltar dramatismo y dolor. Lo mejor es aceptar que lo que busca este sentimiento de culpa es reparar y realinear.
2. ¿De dónde viene? ¿Es real o irracional?
Aprender a identificar cuál es la raíz de tu sentimiento de culpa es fundamental. Busca ese origen, busca la intención que motivó la acción y descubre si esta culpa es adaptativa o no, es decir, si te ayuda a ser mejor persona y a evolucionar o si no.
3. Asume tu parte de responsabilidad
Existen ocasiones en las que nos sentimos sobrepasadas y echamos balones fuera. Que nos ponemos en modo reactivo en lugar de en modo proactivo. Si te centras en ti y asumes como propia la responsabilidad del buen desenlace de lo que sea que tienes entre manos: ¿qué puedes tú hacer para influir en ese buen resultado? ¿Qué puedes pensar diferente? ¿Qué puedes cambiar en ti para ello?
Cuando asumimos nuestra parte de responsabilidad nos damos la oportunidad de cambiar eso que no nos gusta asumiendo la posición protagonista en lugar de conformarnos con ser la víctima. Sé que no siempre es fácil, pero… ¿tú quién quieres ser?
4. Acepta tu imperfeccionismo. Perdónate
Veremos esto en otro artículo, pero por si ayuda: ni eres perfecta ni puedes llegar a serlo. Ya está, ya lo he dicho. Aceptar tu imperfeccionismo es algo necesario para poder soltar de verdad ese sentimiento de culpa y quizás identificar para qué buscas esa perfección, qué herida, miedo, creencia hay debajo que necesita recibir más amor o sanación por tu parte.
Perdona tus errores, perdona todo lo que no has sabido hacer mejor y céntrate en tu presente. Tu pasado no te necesita, pero tu presente sí ♥
5. Habla de tus sentimientos
Poner en palabras lo que sentimos puede ser de gran ayuda. Si utilizas un diario emocional deja por escrito cómo te sientes, para que esa escritura pueda servirte como terapia aliviando la intensidad emocional interna o incluso la madeja mental que estos sentimientos pueden crear.
También hablar con amigos o tu pareja sobre esos nudos o sensaciones que te puedan estar acompañando te va a ayudar a producir oxitocina y bajar los niveles de cortisol en el cuerpo. Recuerda que está bien compartir y sentir, en el fondo somos todos y todas más similares de lo que pueda parecer en un primer momento 🙂
6. Evita pensar en ABSOLUTOS
Lo veíamos ya en este artículo y es que ese pensamiento de todo o nada, blanco o negro, bueno o malo… solo nos lleva a la parálisis y a la inacción. Ni todo, todo, todo es TAN malo ni se va a acabar el mundo por que falles, hayas fallado o puedas fallar. Plantéate: ¿cambiará mi vida radicalmente de verdad este reto/fallo/loquesea actual? ¿Tendría quizás un impacto mayor y más positivo el que aprendiese a gestionar mejor estas situaciones?
Todo cambia y «todo» acepta mejoras siempre, incluida tú. Date tiempo y acepta la flexibilidad en tu pensamiento.
7. Valora todo lo bueno que haces
Este punto puede parecer una tontería pero es fundamental que pongas luz también en todo lo positivo que hay en ti y sacas a relucir cada día. Todas fallamos y nos equivocamos, pero no por eso nos merecemos menos amor, compasión y descanso. Haz una lista de todo lo positivo que has hecho hoy para ti misma y para el resto, de todo lo que has avanzado en tu proyecto, en tu vida y en tus sueños para ayudarte a poner un poco de perspectiva.
Sentirse culpable constantemente nos impide vivir el presente y avanzar en la vida. No malgastes tu tiempo lamentándote por lo que ya pasó. Perdónate y regálate la oportunidad de sanar y avanzar. Te mereces ser feliz, acuérdate siempre ♥
¿Te atormenta el sentimiento de culpa?
¿Qué es lo que más te cuesta gestionar?
Cuéntamelo en comentarios.
Ojalá este artículo te haya ayudado e inspirado a cuidarte y respetarte un poco más hoy.
SI te gusta el contenido apúntate a mi lista de correo VIP para recibir consejos, trucos y actualizaciones sobre autoestima y desarrollo personal. Gracias por llegar hasta aquí 🙂