Cada vez que hago una encuesta o pregunto a mis alumnas del online o de las clases presenciales que hago en Barcelona recibo la misma respuesta: «lo que más me cuesta es calmar la mente». La mente, o la loca de
Acaba de comenzar el año, y aunque reconozco que he descansado y me he permitido soltar la interminable lista de cosas pendientes por hacer, de alguna manera todavía siento que estamos todos con la manta liada a la cabeza, corriendo